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25/9/14

El ébola también 'mata' a quienes no lo tienen


Por Elizabeth Cohen, CNN
(CNN) – Hace aproximadamente 10 días, Lusa Khanneh se enfermó, pero no de ébola.
Su hijo, Saymon Kamara, dice que su madre tenía convulsiones violentas. Eso no es un síntoma típico del ébola sino una complicación de la presión sanguínea alta, que Kanneh tuvo durante años.
Kamara llevó a su madre al Hospital Redemption, cerca de su casa en los suburbios de West Point de Monrovia. Los médicos le habían dado tratamiento allí antes, y esperó recibirlo de nuevo.
Pero Redemption, al igual que muchos hospitales en Liberia, está cerrado o parcialmente cerrado debido al miedo de que los pacientes con ébola infecten a los trabajadores de salud. Es un temor basado en la realidad: en Liberia, más de 170 trabajadores de salud contrajeron la enfermedad y 83 murieron por esta.
Después, Kamara fue al Hospital ELWA, pero se enteró de que solo recibía pacientes con ébola. Después llevó a su madre al Hospital JFK, pero estaba demasiado lleno y solo aceptaba a mujeres embarazadas, niños y pacientes con ébola.
El Hospital Cooper era su última esperanza.
Kamara y su madre esperaron afuera. En esos momentos tenía convulsiones cada 15 minutos, “como si alguien la hubiera hechizado”, dice. Su respiración era rápida y poco profunda.
Un médico salió; un hombre alto, recuerda Kamara. Señaló una mancha pequeña de sangre en la playera de su madre. Quería saber de qué era.
Kamara explicó que durante una de sus convulsiones su madre se mordió un poco la lengua y sangró un poco. Pero podía ver que el médico estaba preocupado de que tuviera ébola, porque el sangrado es uno de los síntomas. Rechazó a Kanneh.
A Lusa Khanneh se le acabaron las opciones. El único lugar al que su hijo podía llevarla era a casa. Cuatro días después, el 19 de septiembre, murió.
Saymon Kamara está enojado.
"Si los hospitales estuvieran abiertos, no hubiera muerto”, dice. “Este no era su momento”.
No hay duda de que muchos habitantes de Liberia mueren de ébola incluso cuando no lo tienen. Hay pocos hospitales o consultorios en funcionamiento. Los servicios de salud, pobres antes del ébola, apenas si existen; las tasas de vacunación, por ejemplo, disminuyeron.
"El principal sistema de salud aquí está hecho pedazos”, sostiene Sarah Crowe, una vocera de Unicef que trabaja en Liberia. “Es un escándalo que niños mueran de enfermedades, como el sarampión, que son prevenibles y tratables”.
Incluso después de su muerte, el ébola, una enfermedad que su hijo dice que nunca tuvo, persiguió a Kanneh.
Su familia escuchó en la radio que nadie debía tocar un cadáver, sin importar la causa de muerte, y que era necesario llamar a un equipo de Manejo de Cadáveres para recoger el cuerpo.
Es impráctico analizar cada cadáver para ver si tiene ébola y averiguar de qué murió antes de enterrarlo. Retrasaría peligrosamente el entierro, y se necesitarían demasiados recursos.
Así que la familia Kanneh hizo lo que se les instruyó. El pasado sábado, el día después de su muerte, un equipo de cinco hombres con trajes blancos, cubiertos de pies a cabeza, roció cloro en el cuerpo de Lusa Khanneh y la enterró.
Kanneh no recibió el entierro que hubiera querido como musulmana devota. Su familia no lavó su cuerpo. No la llevaron a la mezquita y oraron por ella. No la enterraron ellos mismos.
"Estos hombres que la enterraron; no los conozco”, dice Kamara. “Esperaba que mi familia la enterrara, pero la enterraron extraños”.
Pero lo entiende.
“Tengo que aceptar esto porque es el tipo de país en el que vivo y el tipo de país en el que mi madre murió”, dice.

 “Tengo que aceptarlo con un corazón fuerte”.


(John Bonifield, Orlando Ruiz y Orlind Cooper de CNN contribuyeron con esta historia)

12/9/14

¿Por qué el brote del ébola sigue propagándose, y no lo detienen?


Por Elizabeth Cohen y John Bonifield
(CNN) — Cuando era una estudiante en la Universidad de Princeton, libros como The Hot Zone y Virus Hunters cautivaban a Rebecca Levine, lo que la inspiró a volverse una detective de enfermedades.
Quince años después, la teniente Rebecca Levine, una funcionaria nueva con el Servicio de Salud Pública de Estados Unidos, salió de un avión en África occidental para combatir el ébola, lista para implementar la estrategia clave que pensó: el rastreo del contacto.
El proceso que ayudó a detener enfermedades como SARS y la viruela parece sencillo: encuentra a todos los que tuvieron contacto cercano con individuos con la infección y rastréalos durante 21 días. Si cualquiera de esos contactos está enfermo, aíslalo de la comunidad y repite el proceso al rastrear los contactos de los contactos.
Pero rastrear solo funciona si tienes una lista de contactos y sus direcciones. Cuando Levine llegó a la oficina del Ministerio de Salud en Sierra Leona, encontró que la base de datos que necesitaba “prácticamente estaba en ruinas”.
Las direcciones de muchos contactos no estaban o eran imprecisas como “en la calle de la granja”. En total, solo entre el 20% y el 30% de los contactos en la base de datos tenía una dirección utilizable.
Eso significaba que los rastreadores de contactos locales no podían hacer sus trabajos apropiadamente.
"Realmente no estaban familiarizados con lo que era el rastreo de contactos”, dijo. “Y no tenían los recursos que necesitaban”.
Según las Naciones Unidas, solo 16 de las 44 zonas en África occidental tienen un rastreo de contactos suficiente.
Esta incapacidad de rastrar completamente a los contactos es una gran razón; quizá la mayor razón, por la que el brote de ébola continúa fuera de control, de acuerdo con funcionarios de salud pública y expertos.
"Hay mucha infección allá afuera. El rastreo de contactos fracasa. Entonces tienes un verdadero problema”, dijo el 28 de agosto el médico Bruce Aylward, director asistente-general de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los principales funcionarios de la OMS dijeron que no hay rastreadores de contacto suficientes para terminar el trabajo, y la organización prevé un “aumento exponencial” en la cantidad de casos de ébola en las próximas semanas.
Lee: La desaparición de personas que han estado en contacto con pacientes de ébola 
Donald Thea no está sorprendido de que el sistema colapse en muchas áreas. Un epidemiólogo de enfermedades infecciosas en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Boston en Estados Unidos, trabajó en África durante más de 25 años.
Al igual que Levine, a menudo encontró que las personas no tenían dirección; o tenían una que incluso los habitantes locales no podían descifrar. Los residentes se mudaban mucho, y cuando lo hacían, muchas veces se llevaban sus puertas y candados con ellos para ahorrar dinero. No cambiaban el número de la puerta, así que las calles terminaban con una mezcolanza de direcciones.
Súmale a eso el hecho de que las personas a menudo no cooperan con los rastreadores y a veces incluso les tiran piedras a los trabajadores de salud. Temen que ellos o sus seres queridos sean llevados al hospital; han visto de primera mano que las personas que van allí a menudo no regresan.
"La comunidad percibe esto como una sentencia de muerte”, dijo. “Renunciar a tu ser querido es equivalente a la muerte”.
Y los trabajadores de la salud tienen muy poco que ofrecer a las personas como un incentivo para cooperar.
“Con la viruela, podíamos ofrecerles una vacuna a las personas, un incentivo en esencia para inducirlos a que cooperaran. Con el ébola, no tenemos nada”, dijo Thea.
En Sierra Leona, Levine, una funcionaria con el Servicio de Inteligencia Epidémica en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), recuerda las palabras del director de su agencia, el médico Tom Frieden. Combatir el ébola es como luchar contra un incendio forestal: se te pierde un solo contacto y podrías dejar atrás una brasa ardiente que reencenderá el brote.
Cuando Levine llegó a Sierra Leona el 17 de agosto, trajo software en una unidad flash para administrar los casos y contactos. El software fue diseñado por los CDC y era mucho más efectivo para organizar miles de nombres que la hoja de Excel difícil de manejar que los trabajadores locales de salud utilizaban.
También le dio más computadoras a los trabajadores y entrenamiento sobre cómo rastrear contactos. Ahora, cientos de rastreadores de contactos tienen como tarea ir a los vecindarios en su distrito cada día.
Dice que la muerte y la enfermedad a su alrededor la impulsan.
“Cada una de estas historias conmovedoras me hace llorar”, dijo. “Es una razón más para intentarlo más y pensar en soluciones más creativas”.